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REVISTA TEG

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Los conceptos de estrategia y táctica se materializan a menudo en las luchas gremiales: el acampe por la reincorporación de los despedidos del Banco Central y el Banco Provincia es un fiel ejemplo de ello.

Durante siglos, las tácticas y las estrategias han sido conceptos traducidos en acción utilizados principalmente por los ejércitos. Tanto en las luchas de la burguesía contra el feudalismo, como en los movimientos revolucionarios socialistas y anarquistas, fueron términos acuñados para llevar a diversos actores sociales y políticos a alcanzar sus objetivos. Pero también son conceptos utilizados en el terreno gremial, aún sin nombrarlos o tipificarlos de esta forma.

 

En términos generales, la estrategia es un plan a largo plazo que nos permitirá cumplir con los objetivos trazados. Las tácticas son todas las acciones necesarias para llevar a cabo la estrategia. En otras palabras, son los métodos a implementar o los caminos a transitar para desarrollar un determinado plan estratégico.    

 

Visto de este modo, si nuestro objetivo es alcanzar un aumento salarial de un porcentaje X, podemos trazarnos una estrategia de fortalecimiento de la movilización a partir de la cual ejecutamos líneas de acción y tareas de tipo táctico que podrían ser comunicados con declaraciones, asambleas por sector o generales, actos, movilizaciones en la calle, paros, etc.

 

La elección de la táctica depende de muchos factores, pero fundamentalmente es consecuencia de la percepción que tengamos acerca de cuál resulta más efectiva para seguir la estrategia trazada y así conseguir el objetivo. 

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“Medir la relación de fuerza entre los trabajadores y las patronales es decisivo para elegir la táctica adecuada”

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Cuando nos encontramos ante un objetivo importante como conseguir aumentos salariales dignos o luchar por la reincorporación de compañeros despedidos, es muy importante analizar el contexto en que se va a a dar esa lucha, y específicamente cuál es la fortaleza de las patronales y su relación con el poder de turno; medir la relación de fuerza entre los trabajadores y las patronales es decisivo por lo que la aplicación de las tácticas que nos demos, a veces, son definitorias y, muchas veces, más importantes que la estrategia en sí misma.

Si, por ejemplo, lanzamos un paro para reincorporar cuatro despedidos y el paro no es acatado por los compañeros, y por lo tanto la medida no tiene la fortaleza deseable, podemos terminar con más despidos que al comienzo de la pelea. O si salimos a pelear en una relación de fuerza desfavorable para los trabajadores podemos perder más de lo que ganemos.

 

En este sentido, a menudo algunos sectores sindicales cometen el error de confundir las tácticas con las estrategias. Por ejemplo: creer que ante cualquier circunstancia hay que llamar a una asamblea general o a un paro general, como si ese fuese el objetivo final de una lucha cuando es solo una herramienta. 

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Acampe histórico contra los despidos

y lucha salarial 2016

 

Hace poco tiempo se cumplieron 3 años del histórico acampe por los despedidos del BCRA y del Banco Provincia. Si analizamos esa lucha podemos desmenuzar cómo se aplicaron la estrategia y las tácticas.

 

Los despidos se dieron en medio de una situación política desfavorable para los trabajadores y también para nuestro gremio. En enero de 2016 Mauricio Macri recién asumía la presidencia de la Nación, con todo el poder que ello implica. Los despidos fueron en medio de las vacaciones y con una ofensiva mediática que planteaba que se estaban despidiendo “ñoquis” que había dejado la administración anterior.

 

En ese contexto difícil, y a sabiendas de que un paro general bancario a nivel nacional sería complejo de garantizar, nuestro Sindicato, conducido por el compañero Sergio Palazzo, se trazó una política para conseguir la reincorporación de los compañeros despedidos. Era imprescindible empalmar la reincorporación de los despedidos con la discusión salarial para lograr que los trabajadores de todo el gremio acompañen estas medidas.

 

A raíz de eso se montó el glorioso acampe que duró 65 días frente al BCRA. Por el lugar desfilaron dando su apoyo numerosas personalidades políticas, sindicales y sociales. Ese acampe, junto a las miles de asambleas en los bancos y la movilización nacional al Congreso, mantuvieron vivo el reclamo de reincorporación. Fue un hito histórico del único Sindicato que se le plantó, desde el primer día, al gobierno de Macri y sus políticas de ajuste.

       

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“La mejor medida de fuerza es la que podemos garantizar entre todos”

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"La declamación de medidas extremas no garantiza la contundencia de la lucha. "

     

Mientras algún sector marginal, sin peso ni responsabilidad gremial, se limitaba a exigir, ya desde los primeros días, paro general, nuestra táctica fue esperar. Porque creíamos -creemos- que el mejor paro es el que se puede garantizar. Así fue que, con el acompañamiento de una gran parte de la sociedad, el acampe por los compañeros despedidos se desarrolló de manera conjunta con el reclamo salarial. Al enlazar estos dos reclamos pudimos lograr movilizaciones masivas con paros generales contundentes de todo el gremio.

 

 

En este conflicto se desplegaron numerosas tácticas, desde el propio acampe a conferencias de prensa, marchas, asambleas, hasta llegar a un paro general que desembocó en una mesa de negociación y en un triunfo inapelable a favor de nuestro gremio: se consiguió la reincorporación de los compañeros y un aumento salarial superior a la inflación.

 

Este ejemplo permite reflexionar sobre varias cuestiones: en primer lugar que, aunque puedan parecer conceptos raros o alejados de nuestras realidades, las tácticas y estrategias son fundamentales y definen en muchos casos la vida de un laburante.

 

En segundo lugar, la declamación de medidas extremas no garantiza la contundencia de la lucha. Debemos estar atentos cuando alguien nos viene a vender soluciones mágicas, sin analizar el contexto ni la relación de fuerza entre las patronales y los trabajadores. Sin ir más lejos, en la propia historia del movimiento obrero han existido traiciones a la clase trabajadora por parte de direcciones sindicales que proponían medidas extremas pero solo dieron como resultado despidos, cárcel y destierros.

 

 

En síntesis, la mejor medida de fuerza que podemos hacer para cumplir los objetivos siempre es la medida que podamos garantizar entre todos, confiando en nuestro sindicato, generando fortaleza a través de la afiliación y manteniendo la unidad férrea indispensable en toda lucha.

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