

¿Pudo el Banco de la Nación Argentina pasar de ser la principal entidad financiera del país, con estadísticas envidiables para el resto del sistema, a convertirse en una de las que peores indicadores exhibe? Más allá de que los números hablan por sí solos, se torna indispensable que nos detengamos a analizar las causas y consecuencias de esta debacle, así como también reafirmar el rol de los trabajadores de cara al futuro que se nos aproxima.
Por ello, detrás del recorrido de estas políticas solo quedan las huellas de su destrucción.
Frente a esto, la organización gremial se ha destacado por resistir los ataques y denunciar las macabras intenciones detrás de cada medida, defendiendo los puestos de trabajo, los derechos, las conquistas históricas y el poder adquisitivo de cada compañero y compañera.
No obstante las enormes luchas desarrolladas en el marco de la campaña #YoDefiendoAlNacion, es imprescindible comprender que ya no alcanza con lo meramente reivindicativo y lo estrictamente gremial. Es aquí donde aparece la política como el terreno donde se da la verdadera pelea. La política como madre de todas las batallas. Por ello, es imprescindible que los trabajadores y las trabajadoras, organizados gremialmente, tomemos la posta con el objetivo de participar en el debate y en el diseño de las políticas a corto, mediano y largo plazo puertas adentro del Banco Nación.
“...el principal negocio pasó y pasa por aprovechar las faraónicas tasas de interés que ofrece el BCRA para las LELIQS, ex LEBACS”
Los datos están a la vista de todos.
La estrepitosa caída del Patrimonio Neto, el fuerte incremento de la mora, el descalce financiero y la continua descapitalización a través de transferencias millonarias al Tesoro Nacional confirman el saqueo al que han sometido a la Institución.
El mismísimo Presidente del Banco admitió la situación de “stress financiero” que debió afrontar el BNA a fines del 2018. Esto no es ni más ni menos que la falta de recursos propia del saqueo que han llevado adelante.
Llama poderosamente la atención observar cómo aquellos que portaban el discurso de un Banco más productivo, orientado al desarrollo y al servicio de la supuesta “revolución productiva”, han conducido al BNA hacia una situación de vulnerabilidad extrema donde el principal (y tal vez el único) negocio pasó y pasa por aprovechar las faraónicas tasas de interés que ofrece el BCRA para las LELIQS, ex LEBACS.
Es así como el financiamiento para el desarrollo productivo dio lugar, una vez más en nuestro país, a la famosa “timba financiera”. Un negocio redondo, sin ninguna duda, para el capital económico concentrado. Una descomunal transferencia de recursos desde los sectores productivos y asalariados del país hacia las arcas de los banqueros. Y todo ello, a costa de paralizar el financiamiento a pymes y pequeños productores, y de estafar a la ciudadanía con tasas de interés del 30% para los plazos fijos cuando los bancos reciben 70% en letras del BCRA, maximizando así sus siempre acaudalados márgenes de rentabilidad.
La delicada situación en que se encuentra el BNA no es ni más ni menos que el producto de más de tres años de una política de saqueo diseñada desde la Casa Rosada y puesta en marcha por un Directorio que lejos estuvo de honrar su función como órgano de dirección del principal Banco del país.


